Recuerdo que por allá en los 90's existía la
práctica del vecino envidioso que le mandaba a robar determinado articulo a su
vecino con la pandilla del barrio que ofrecía tan novedoso servicio.
Una vez en la banca del barrio estábamos sentados
escuchando música cuando llegaron unos pandilleros muy bien armados y le
robaron a un amigo sus zapatillas. Se nos hizo muy raro porque esa marca no era
tan “Perseguida”. Al otro día en el colegio, le pregunté por el robo a un
compañero del salón que era integrante de la pandilla que nos robó. Me dijo: -“Pana,
esas zapatillas ya estaban vendidas desde hace rato. Ya no las puede recuperar.
Nos la encargó un vecino suyo”.
Con los años he notado que quienes se
quejan de la inseguridad causada por esos pequeños delincuentes, son los mismos
quienes la fomentan comprándole el producto de su “trabajo”.
En una escala mayor, y mirando el sector multimillonario
de los Smartphones, ellos se benefician directamente del robo de los mismos, ya
que el usuario al que le roban su teléfono inteligente, prácticamente al
instante, lo reemplaza por uno nuevo, aumentando las ventas ya abultadas de
dicha industria, lo que se conoce como un “negocio redondo”.
En pocas palabras, la delincuencia es parte
fundamental del capitalismo, es un motor que hace mover la rueda de las ventas
de las grandes empresas multinacionales
y de los delincuentes menores. Por eso (y otras razones) los estados no la
erradican, en definitiva, es mal negocio hacerlo.
Por eso tú, Güevónio que apoya fanáticamente
el capitalismo, cuando te atraquen en la calle, alégrate, estás ayudando a que
esos ricos que tanto veneras y te odian se hagan aún más ricos, ve y compra
otra vez robado o legal, mantén este mierdero que tanto amas funcionando.