Algunas veces ciertas personas se acercan con la intención de
que les realice una caricatura. No obstante, algunos se sienten ofendidos por
la manera en que los dibujo, “¿Que por qué los dibujo tan feos?”. Pareciera que se les olvidara que el fin de
una caricatura es ese, y uno los hace “feos” para que sea divertida! Sino qué
gracia tiene.
No sé si han notado que cuando se toman una fotografía en uno de
esos estudios fotográficos, lo primero que hace el fotógrafo es eliminar por
completo las sombras que proyecta la luz sobre la estructura ósea y muscular de
nuestro rostro, dejando una imagen rosada y plana de lo que se supone que es la
cara de uno. La mayoría de las personas se han acostumbrado a imaginarse así (porque
así no se ven) y obligan al caricaturista a realizar este mismo engaño en su
obra.
Otra situación es que algunos colegas engañan al caricaturizado dibujándolo
más hermoso de lo que en realidad es. El más común es sin duda el que si la
chica esta con unos Kilitos de más, la dibujan con las curvas de Yayita y
esperpentos por el estilo. En mi opinión, el fin de la caricatura es el de hacer
reír pero exagerando la verdad. Y si usted no está preparado para esto porque
siente complejo por el tamaño de su nariz, o los michelines que le rebosan del bluyín
de dos tallas menores que la real, no se haga una caricatura y no le jorobe la
vida al artista que ya es mucho martirio el haberse dedicado al oficio.
Técnica: lápices de colores sobre cartulina.
Dimensiones: 25cms X 35cms.