jueves, 27 de agosto de 2015

Tiempo o Noche En Vela.

En las noches en vela uno tiene mucho tiempo para pensar. En esa pensadera, en medio de la oscuridad de la noche que acaba de pasar, me puse a calcular las horas diarias que le dedico a mi trabajo artístico y cuanto tiempo debería dedicarle para lograr las absurdas metas diarias que me impongo. El resultado fue que, en solo el quehacer artístico, me debería de echar un mínimo de 12 horas diarias, sin contar el tiempo que gasto en cocinar mis alimentos, bañarme, leer o ver alguito, consultar las redes sociales, charlar un ratico con mi novia, salir a ganarme el pan, practicar y hacer tareas de mi curso inglés… 

La gente no me cree cuando les digo que yo no veo televisión. No solo no me gusta, teniendo en cuenta lo expresado arriba, no tengo tiempo de verla, me encantaría estar al tanto en lo último de series de anime y tv (ambas cosas son lo mismo, pero las nombro como para hacer notar cierta diferencia), o en cómics, o posetearme en los videojuegos, pero de verdad es que no tengo el tiempo.

Se preguntaran en qué ocupo esas horas. Soy (creo) autor de historietas, también soy ilustrador (o pintor, creo que artista plástico me queda como muy grande) y además toco en dos bandas de rock (¡¡EN DOS!! ¡¡QUE TAL QUE SUPIERA ALGO DE MÚSICA!!). Díganme si no es demasiado, y además nadie me da un solo peso por hacerlo, pero es lo único que sé hacer y ya es muy tarde para uno ponerse a hacer otra cosa (aunque si alguien por ahí me tiene un trabajito que ojalá no tenga que ver con arte y crea que me puedo desempeñar bien…), súmele que el trabajo como “artista” no termina en la realización de la obra, debes editarla, promoverla en redes sociales, hacer merchandise, prepararte para algún evento donde puedas ir a mostrarla (o mostrarte). En realidad no logro hacer ni la tercera parte de lo que me propongo.  


No sé porque escribí esto, de pronto son puras ganas de quejarme, pero cuando la muerte me estuvo acariciando hace unos años, en mi cama de hospital y en mi lecho de enfermo por esos largos meses de convalecencia, no pensaba en cuantas rumbas me voy a perder si me muero, o en cuantas series de tv me voy a dejar de ver, o en cuantos paseos no voy a estar, o si tengo carro, o un Celular costoso. 

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