Esta es una idea que le lanzo a uno de esos directores de cine de Hollywood, sí a ellos, que saben cómo
se hace una película exitosa con todo el rigor de la industria cinematográfica,
para mis coterráneos no, porque ellos se las dan de muy
intelectualoides y pretenden romper los paradigmas del cine “comercial” creyéndose
no sé quien, la verdad, porque los que hacen cine lo hacen para llegar a
millones y ganar billones, ES ENTRETENIMIENTO y no es un medio para
dárselas de filósofos con cámara, las Hermanas Wachowski lo lograron con Matrix una película de
acción, pata y puño ventiado, o yéndonos más atrás, Geroge Lucas nos hizo
viajar a las galaxias con samuráis, mercenarios, explosiones y plomo
lacers a la lata, o más lejos aún cuando George Méliès se inventa la ficción en
el cine invitándonos a la “máquina para soñar”.
La idea es la siguiente: ¿Por
qué no hacen un film contando la vida de un deportista colombiano y su ambición
de llegar a los Juegos Olímpicos? No tanto cuantas medallas se ganen, que se
las han ganado, con su esfuerzo, con su propio sudor y sangre, y que han tenido
que luchar contra la guerra, contra el racismo y contra el estado, su propio
gobierno, para poder asistir a las justas deportivas más importantes del mundo;
cada una es una historia épica digna de ser contada.
La idea me viene a la
cabeza después de ver una película sobre un esquiador olímpico llamado
“Eddie The
Eagle”, que después de entrenar un año el salto de esquí participa en los
juegos Olímpicos de Invierno en Canadá en el 88; en serio, aunque la película es
muy buena, y tiene la siempre gratas actuaciones de Hugh Jackman y Christopher
Walken, no se compara en nada con las aventuras de cualquiera de nuestros
atletas en su feroz lucha por llegar a las justas.
Por poner dos ejemplos. De
por sí el boxeo es un deporte duro, tienes que aguantar totazos en toda tu
integridad física y parte de eso los totazos, más dolorosos aún, de la vida. Se
imaginan un filme de la vida de Yuberjén
Martínez, ese que se dio totazos con todo el planeta para poderse ganar una
medalla de oro para darle una vivienda digna a su madre, extorción con la cual
el gobierno colombiano lo presionaba para competir y ganar; ganó plata, lástima
la casita. O la más “campeona”, la de Ingrit Valencia, que gana bronce, después
de haber sido desplazada por la guerra de su natal Cauca, llega a Cali, de donde
es otra vez desplazada, para ir a un tugurio en el Tolima y junto a su esposo
en una casa de tablas y un piso de tierra, seguir entrenando para representar
un país que la ha despreciado dos veces; a ambos les despreciaron la
posibilidad de llevar a sus entrenadores y a sus preparadores físicos para
poder llevar a la gobernadora del Valle y a sus familiares con gastos pagados
una semana en Río 2016.
No solo ellos, la historia
de Nairo, de Chávez, de los Para-Olímpicos, de Urrutia, Ibargüen, Pajón, en
fin, la mina de oro es grande.
¿Se imaginan estos tenaces
atletas actuados por actrices y actores de talla mundial? Yo sí, espero ustedes
también.
¿O será que los colombianos solo tenemos derecho a ser narcos, criminales, marginados y brutalizados?
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La idea me viene a la cabeza después de ver una película sobre un esquiador olímpico llamado
“Eddie The
Eagle”, que después de entrenar un año el salto de esquí participa en los
juegos Olímpicos de Invierno en Canadá en el 88; en serio, aunque la película es
muy buena, y tiene la siempre gratas actuaciones de Hugh Jackman y Christopher
Walken, no se compara en nada con las aventuras de cualquiera de nuestros
atletas en su feroz lucha por llegar a las justas.
No solo ellos, la historia de Nairo, de Chávez, de los Para-Olímpicos, de Urrutia, Ibargüen, Pajón, en fin, la mina de oro es grande.
¿O será que los colombianos solo tenemos derecho a ser narcos, criminales, marginados y brutalizados?