Casete con la grabación de los primeros ensayos de la banda. Incluye la voz de la primera vocalista. |
Escribo esto como forma compartir con ustedes mi
testimonio de vida dejando constancia de que se luchó, de Perseverancia.
También escribo esto como una manera de hacer una reflexión de todos los años
invertidos en ésta terquedad.
A finales de diciembre del año pasado renuncié
a la música, a la banda de rock que empujé por tantos años y lo único que logré
a lo largo de 22 años no fue más que rabias y frustración.
Desde niño soñé con ser dibujante, es una
profesión a la cual le he consagrado mi vida. Para mí la música estaba en un
tercer plano. No lo veía de manera fundamental hasta que me empezó a afectar.
Una noche de 1994, en las bancas del parque de
Los Almendros, un barrio de clase emergente de la comuna 5 de Cali, nos reuníamos
un numeroso grupo de adolescentes seguidores del Heavy Metal y el Punk quienes
venían de diferentes puntos de la ciudad. Yo tenía 17 años. Resulta que tras la
salida de la cantante de un grupo llamado “LA INSUMISIÓN”, Diego Fresneda
(guitarra y voz) y Jorge Armando Rodríguez “El Mono” (batería) deciden
invitarme a remplazar a Sandra Piedrahita, la cantante y quien puso el nombre a
la banda.
Los ensayos se realizaban los domingos en la
tarde en la casa de Diego en el barrio Leon XIII. El objetivo era ser una banda
de garaje eternamente. Para ese entonces “NIRVANA” era el furor y estábamos
directamente influenciados por ellos.
Yo no tenía ni idea de música, ni mucho menos
de canto. Eso no impidió que lo intentara y posteriormente y gracias a que con
nosotros ensayaba una banda de Thrash Metal, que para ese entonces se llamaban
BETRAYER, había un bajo eléctrico. Diego en uno de los ensayos toma el bajo de
los compañeros de ensayo y me lo cuelga, -“Ahora usted también es el bajista de
la banda”.-me dice. En esa tarde él me estuvo enseñando donde presionar las
cuerdas y cuantas veces percutirla para así ir sacando torpemente las notas
requeridas para cada canción.
Repetíamos una y mil veces cada canción desde
el principio. “Seguí la batería”, “no te adelantés”, “escuchá la guitarra”, “Te
estás atrasando”. Así me enseñaron pacientemente cada canción y así me las fui
aprendiendo poco a poco, primero una, luego la otra, y al mismo tiempo irme
aprendiendo las letras de las canciones… “Te equivocaste. Comencemos otra vez
desde el principio”.
Una noche, en una terraza de no recuerdo la
casa de quien, toqué por primera vez al público. Tocamos las cuatro canciones que teníamos
ensayadas, recuerdo que tenía un bombillo pegado a la cara que me tenía
encandilado y no me dejaba ver ¡y no se podía apagar porque quedábamos a
oscuras y no podíamos ver donde hacer las notas! ¡Estaba nerviosísimo! Algo que
no se me quitó nunca. Al terminar de tocar las cuatro canciones, la gente quedó
con ganas de más y nos pedían otra (no habían muchas personas, eran solo un
puñado) entonces el guitarrista improvisó unos riffs repetitivos y bien
aletosos*. Se armó, entonces, el pogo. Ese riff fue el que después usé para
componer “Gobierno Neonazi”.
Al terminar me sentí gloriosamente.
*Aletoso, sa Adjetivo. Perteneciente o
relativo a lo aleta.
Aleta, adjetivo. Que llama la atención por su
agresividad o rimbombancia. Masculino y femenino. Persona que se mantiene a la
defensiva, en actitud colérica y agresiva.
Extraído de Caleño Sin Barreras. Pequeño diccionario integral del español en Cali. 2ª Edición.
Extraído de Caleño Sin Barreras. Pequeño diccionario integral del español en Cali. 2ª Edición.
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