jueves, 13 de abril de 2017

MALUMA


Hace poco la gobernación de Antioquia le otorgó un homenaje a Maluma (un pintoresco reguetonero colombiano), el cual provocó la indignación, sobretodo de los sectores intelectuales del país. El gobernador de Antioquia catalogó su música de poesía urbana y de rebelde vanguardia estética. Créanme que me pareció surrealista ver al burgomaestre hablar del homenajeado en términos tales como si el rimador hubiera venido de un futuro lejano y mejor a sepultar el pasado y traernos el futuro (como Gaviria).

En lo personal me pareció muy bueno que le dieran tan pomposo reconocimiento. Porque cuando los gobiernos hacen este tipo de actos lo que muestran es el ideal de sociedad que desean, el tipo de personas que debemos ser, le dice a la niñez cual es su modelo a seguir, que moralidad acoger, como amar, como comportarse, y Maluma es, entonces, nuestro máximo representante cultural.

El gobernador de Antioquia tiene razón al considerarlo vanguardia, sí, el regueton es la música nueva, impuesta por los más poderosos mercados y empresarios del entretenimiento, llevado a la sima gracias a la “payola” y publicitado a más no poder por sus detractores. Y sí, cuando a una estética nueva se le critica y se le ataca indica su validez como vanguardia estética. Esto ya se ha visto, el rock es un ejemplo, pero ahora los rockeros cual viejitos godos critican esta innovadora expresión creada por “El General” sepultándose a sí mismos.

A esta poética urbana se le critica como en sus letras se denigra a las mujeres como si fuera el único género musical que lo hace, claro, antes ya existían boleros, tangos, baladas, rolas punkeras y pachangas varias que tratan a las mujeres de las peores formas, desde de “cosas como tú” a “Rameras del Barrio”, y es que  ¿Quién no ha bailado “mala mujer no tiene corazón, mala mujer no tiene corazón, mátala, mátala, mátala…”?. Por el contrario, las letras del género urbano que hablan de cómo se las van a culiar, a las mujeres les encanta, porque por lo menos en el tiempo que dura el baile, ellas pueden ser perras y expresar libremente (aunque en sus fantasías) toda esa arrechera reprimida por esta sociedad doblepensante.

Claro, se indignan con las letras del reguetón, pero no con los feminicidios, o con los injustos tratos laborales, o con la violencia domestica o con los baños de acido, no, como que el reguetón es peor que eso.

No soy quién para decirles que música escuchar, no sé nada de música o de literatura como para juzgarla en términos técnicos o estéticos. Tampoco diré que tengo un gusto exquisito como para juzgarla en tales términos porque me gusta comer el arroz pegado revuelto con frijoles directo de la olla y escucho a los RAMONES  y a Motörhead.  Tampoco voy a decir que me gusta, porque no, no me gusta ni cinco, pero eso no me da el derecho de decirles a los demás que deben o no escuchar, soy un firme creyente y defensor del libre desarrollo de la personalidad.

Muy buena la exaltación al regueton del gobierno antioqueño, porque es la banda sonora en este momento de Colombia, una sociedad guabalosa (pandillero-criminal de poca monta, como el ñero rolo o el nea paisa), de barras bravas, de traquetos (narcos), de políticos corruptos, de crimen organizado y sus prácticas mafiosas, porque para mí, eso es lo que representa el género urbano. 

Además cuando las vanguardias son reconocidas por el estado es cuando empieza su agónica muerte y se convierte lentamente en una tradición más.




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