Realicé éste relato en tributo a aquellas
noches bohemias en ese maravilloso lugar. Junto a locos, artistas y poetas
varios, con vinos, cervezas y arepas con chimichurri y queso. Pasaba allí las
noches hasta el amanecer aburridor, incandescente, caluroso.
En esos años ignoraba la historia de
Crescencio y Juana, así como mucho de nuestra cultura, tapada deliberadamente
por las oligarquías y sus cargos de conciencia. También soñaba en esos juveniles
tiempos en unirme a esos artesanos abriendo mi propio local, unirme a la “Magia”
y alquilar una casita cerca de ahí.
Me esmeré en dibujar fidedignamente el sitio. Espero
haberlo logrado.
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